Todos somos adictos
Todos somos adictos es una perspectiva que suena fuerte, pero veamos. Hay un abordaje denominado psicoterapia centrada en el cuerpo que puede iluminarnos.
Esta es una forma de trabajo clínico que pone pone el cuerpo en acción como forma de acceder a formas reprimidas y fragmentadas del yo. Sin tener un interés especifico en el abordaje psicoterapéutico, me pareció interesante el hecho de que esta perspectiva opera sobre la premisa de que las sensaciones, la respiración y el movimiento son la forma corporal del discurso, y que si escuchamos este discurso podemos acceder a liberarnos de dolores almacenados y realizar mucho en nuestras vidas. En particular desde esta perspectiva la adicción se asocia con una forma de almacenar ciertos dolores en nuestro cuerpo que produce una desconexión de la experiencia corporal directa del mundo. Así, según esta mirada, sustraernos de nuestro propio cuerpo es el inicio de cualquier adicción.
Cristine Caldwell quien cultiva esta disciplina psicoterapéutica considera que una adicción se puede caracterizar como una conducta en la que se observan las siguientes características simultáneamente:
- Se repite.
- No cambia.
- No satisface.
- No se completa.
- Incomoda a terceros.
Es interesante analizar el alcance de esta perspectiva para considerar si todos somos adictos, veamos como lo considera Caldwell en su libro “Getting Our Bodies Back” (de acuerdo a mi temeraria traducción):
“Muchos teóricos de las adicciones contemporáneos creen que la adicción es mas un regla que una excepción en nuestra sociedad. Si sumamos los adictos a las drogas y al alcohol, los adictos a los cigarrillos, los adictos a la comida, los adictos a procesos (aquellos adictos al amor, al juego, al sexo), resulta un porcentaje alarmante de la población. Si expandimos nuestra definición de adicción de manera de incluir cualquier cosas que hagamos que se repite, no cambia, no satisface, no se completa e irrita a nuestros seres queridos, quedaría alguien afuera?
Adicción en este sentido es menos una enfermedad que una condición humana universal.”
Si vemos esta perspectiva desde nuestra práctica del coaching profesional, podríamos considerar que toda vez que desplegamos un hábito en transparencia que cumple con estas características estamos adictos a esa práctica. El proceso de coaching se podría concebir como un trabajo de re-aprendizaje y cambio de hábitos.
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