Miedo al éxito: sus cuatro formas
En muchas ocasiones en la vida, enfrentamos una suerte de techo de cristal. Un límite en nuestro despliegue. Ese techo de cristal puede ser el miedo al éxito.
Durante el año pasado en ocasión de mi participación en el Tour Pyme, tuve oportunidad de tener una breve conversación de coaching con una participante. En su intervención me describía dificultades con su desarrollo profesional y una conflictiva relación con su padre. Llevado por la intuición, que en estas fugaces conversaciones suelen ser de gran ayuda, la invité a considerar la exploración de los miedos, y en particular del miedo al éxito. Supe después, por una comunicación personal, que invitarla a ese foco y pronunciar la frase “miedo al éxito” resultó mágica para desencadenar cambios positivos en su vida. Algunas veces ocurre que la sola conciencia de un marco interpretativo que puede estar operando en el trasfondo es suficiente para movilizar el cambio. En aquella breve conversación la llevé a explorar cuatro tipos de miedo al éxito que hoy quería compartir con ustedes.
“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos sin límite. Es nuestra luz, no la oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres tú para no serlo? Eres hijo del universo. El hecho de jugar a ser pequeño no sirve al mundo. No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras. Nacemos para hacer manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros. No solamente algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno. Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo. Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.”
En uno de sus libros, Gay Hendricks ensaya una taxonomía de las distintas formas del miedo al éxito, que quiero compartir a continuación en mis propias palabras y alimentado por mis propias experiencias como coach:
- Miedo a ser defectuoso: a veces experimentamos un techo en nuestro desarrollo relacionado con una forma de miedo al éxito que surge de la creencia en no dar la talla, en ser intrínsecamente defectuoso o limitado. Esta creencia lleva al miedo al fracaso como consecuencia. Tengo miedo a hacerlo mal porque no doy la talla. Este es quizás uno de los miedos más profundos que experimentamos los humanos. Se configura así un techo de cristal: mejor vivir resignadamente ya que para que comprometerme más si no tengo la capacidad.
- Miedo a ser un traidor: en mi experiencia como coach he encontrado frecuentemente personas que parecería que llegan a un punto en el cual si empieza a irles demasiado bien, comienza el auto boicot. Muchas de ellas cuando indago en su historia descubro que tienen una historia de si mismos en la que se ven como traidores, o que han abandonado a otros. Por ejemplo, una persona que pertenece a una familia humilde y se transforma en el primer profesional de dicha familia. Para estudiar debió, quizás, dejar su pueblo natal en busca de una universidad. En su nuevo lugar de residencia hay mas oportunidades laborales y terminan estableciéndose lejos de su familia de origen. Para esas personas, si no quedan misteriosamente con un de los últimos exámenes universitarios sin rendir, puede que comiencen a experimentar malestar si comienzan a progresar. Si sienten traidores, han abandonado a su familia. En algunos casos, además, su familia refuerza esa interpretación con expresiones del tipo “ya no te importa de nosotros”, “e olvidaste de nosotros”, “ya no nos quieres más”. Un vez más un techo queda establecido.
- Miedo a ser una carga mayor: otra forma de miedo al éxito surge cuando tenemos una interpretación de trasfondo sobre nosotros mismos en la que creemos que hemos sido una molestia. Esto puedo haberse generado por diversos motivos. Ser un hijo no querido, haber cometido errores que perjudicaron a otros miembros de la familia, etc. Con ese trasfondo interpretativo, el progreso y el éxito personales se vuelven nuevas formas en las que molesto y sobrecargo a otros.
- Miedo a opacar a otros: por último, puede que considere que el éxito es una forma de destacarse que puede hacer sufrir a otros. Desde esta forma de miedo al éxito nos opacamos para no mortificar a otros. Nos inmolamos para sobre-proteger a otros y así no los dejamos conectarse con sus propios límites y oportunidades de aprender. A veces personas con un hermano u otro ser querido con problemas de salud o que tuvo que tomar más responsabilidades familiares pesadas y limitantes genera este tipo de interpretaciones. “No puedo mostrar plenitud. ni brillo, ni éxito. Sería refregárselo en la cara.” Por eso Williamson nos alerta: “No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.”
Regístrate para no perderte ningún contenido!
Todo sobre liderazgo, innovación, coaching, Desarrollo personal y empresarial.